Permítanme presentarme, soy Jenny Sperber de Buenos Aires, Argentina.
Tengo 26 años, y como diría mi abuela tengo: “Shpilkes en el Tujes” (hormigas
en la cola) que me hacen buscar siempre algo nuevo para hacer. Entre otras
cosas tengo también la convicción de que todo pasa por algo- yo tenía que vivir
esta Javaia Israelit. Cansada, ahora con mucho calor, a veces con fiaca, pero
me despierto cada mañana FELIZ de estar acá.
Hace justo un año estaba en Tel Aviv, calculando los minutos para tomar
el tren al aeropuerto de regreso a casa, cuando sentí que esta vez no me quería
ir. Pero el avión se iba, así que cerré la valija y me fui sabiendo que algo
había cambiado.
Los meses siguientes fueron consecuencia de una charla de sábado con una
amiga que quería venirse. Algunas cuestiones organizativas, resolver temas
administrativos, contarles a mi familia y amigos, explicarles que para hacerme
religiosa no necesito viajar tan lejos y sacar los pasajes, con fecha de ida y
vuelta... La decisión estaba tomada. Tel Aviv allá vamos!
Así fue, que el 29 de febrero de 2012 llegué nuevamente y por cuarta vez
en mi vida a Israel, esta vez con una propuesta totalmente distinta; para vivir
una experiencia que dicen, quienes ya tuvieron la oportunidad, cambiará mi
vida. Y sin dudas que ya lo está haciendo...
El objetivo principal era ir en busca de la experiencia laboral que aún
no tenía en mi carrera, como digo siempre: el título le queda grande a mi CV.
Así comencé mi proceso para ingresar a Bottom Line, una consultora de relaciones
públicas- intercambiando e-mails con quien sería mi jefa y una llamada via
Skype un domingo a las 10.00am (en Israel la semana laboral va de domingo a
jueves). Y se concretó unos cuantos domingos después, a cuatro días de
instalada en el país, con un staff meeting y el primer trainning sobre la
empresa y nuestras tareas habituales.
A las pocas semanas de empezar esta aventura me contacté por cuestiones
de trabajo con el Director del Latin America Desk de Magen David Adom (la Cruz
Roja Israelí) y después de un Seder de Pesaj en su casa, al cual nos invitó a
dos amigos y a mi sin siquiera conocernos, ahora también soy parte del proyecto
con la idea de instalarnos en Argentina y Uruguay, próximamente.
Desde acá, disfruto el día a día, las compras en el shuk, las tardes en
la playa mirando el Mediterraneo, la visita obligada al Kotel una vez al mes,
algunas salidas nocturnas, meriendas con amigos... y hago memoria para enumerar
algunas de todas las vivencias que tuvimos: desde Purim, Pesaj, Tiulim, Iom Hashoa,
Iom Hazicaron, el tan esperado Iom Haatzmaut, hasta el Gay Parade y algunos
recitales a lo argentino. Una mezcla de religión, diversidad cultural,
diversión y la variedad que permite este país y esta ciudad, en particular.
Haber emprendido este viaje con dos amigas hace que cada vez que llego a
la 322, nuestra casa del 2do piso de Beit Leni, por estos 5 meses, me sienta en
familia. Y ahora que todavía queda un mes y medio y ya se empieza a sentir que
todo concluye al fin, es cuando las charlas en la cena varían entre “qué
vamos a hacer a la vuelta?” y “si mejor nos quedamos más tiempo?”.
Jennifer Sperber, 26 años
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